Llueve. Son las 8:54 am y las gotas caen del cielo gris oscuro. El agua corre rápido por las grietas del asfalto, salpica la acera de las calles, todos le temen, le huyen y se esconden como si la lluvia viera sus secretos, los dejará desnudos, al descubierto.
Otros, no le temen, otros se mojan y quizás, entre más grande eres, más te molesta la lluvia, por eso será que los niños aman mojarse con ella, la lluvia, porque los niños no mienten, no tiene secretos, no ocultan nada y viven libres.
Cuando era pequeña solía pensar que el golpe de las gotas en las calles parecían ranas bebés saltando. Mi madre siempre me seguía el juego, diciendo que saltaban alegres porque estaba lloviendo, pero ahora que crecí lo puedo ver, no es más que agua corriente.
Llueve. Las personas salen con paraguas, algunos en la comodidad de sus camas se dan vuelta y se tapan con las sábanas, otros solo se entristecen porque la lluvia les recuerda a las lágrimas que caen en gotas sobre las mejillas, mojando todo a su paso como la lluvia en la tierra.
Suelen decir que el cielo o Jesús llora cuando llueve, no sé si sea verdad pero en eso muchos creen.
Llueve, y yo no encuentro consuelo porque te pienso, te extraño y te quiero.
Llueve y te quiero, lo hago desde la primera vez, por tú honestidad, luz y amor, pues, aunque no es correspondido, para mí es el mejor.
Llueve, y no sé si donde estás llueva, pero en mí si llueve. Llueve mi alma de tristeza y llueve porque no estás aquí, aunque también llueven mis ojos porque tú amor es efímero y parece que nunca lo conseguí.
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